Tenemos la creencia común que las emociones se forman en el interior y luego las expresamos al mundo. Pero esto no sólo tiene ese proceso, también podemos recibir emociones de los demás. Es decir, que transmitimos y recibimos emociones constantemente.
Hay personas que las expresan de una manera más fácil, otros en cambio, les cuesta un poco más. Hay algunas personas que les resulta muy cómodo transmitirlas y de cierta manera llegan a contagiarlas. Esa capacidad para influir en los demás en sus estados de ánimo, tanto positivamente o negativamente se le denomina “emisor”.
El neurobiólogo italiano Giancomo Rizzolatti estudió este tipo de emociones y descubrió a las llamadas “Neuronas espejo” en 1996.
Está claro que parte de nuestro cerebro tiene influencia directa en las emociones que desarrollamos diariamente, como por ejemplo reírnos, bostezar, o incluso estar tristes. No sabemos porque pasa esto, pero este mes te traigo el “quid de la cuestión”que hará que por fin comprendas que es lo que está pasando subyacentemente a nuestras conductas.
Se ha comprobado que estas neuronas se activan al ver que alguien actúa de una determinada manera y nos induce a reproducir esa misma acción. Es decir, que no sólo reflejan un patrón de conducta, sino también un contagio emocional. Si por ejemplo estás dentro de un grupo y este grupo se empieza a reír, seguramente si no sabes a qué se debe esa risa, tú también comiences a reírte y te contagies. Este proceso también se produce cuando, por ejemplo, se remueve nuestro interior por ver el sufrimiento de otras personas, aunque estas sólo sean las protagonistas de tu película favorita. Al reflejarse las acciones de los demás nos sentimos como si lo estuviésemos viviendo en nuestra piel.
Primero fue estudiada y descubierta en los primates, donde vieron que servían para comprender. Más tarde cuando se estudió en el hombre, se descubrió que tenía un poder importante para comprender y para imitar. Se activan desde que somos bebés y permiten que desarrollemos un aprendizaje por observación y así imitemos las mismas conductas que vemos en los adultos. Al principio se pensaba que sólo era un sistema de imitación, pero luego se vio que estas neuronas permitían hacer propias las acciones, las sensaciones y las emociones de otros (aunque hay científicos que creen que sólo intervienen en acciones motoras). No sólo simulamos mentalmente los movimientos sino que también imaginamos la razón de esos movimientos.
Lo cual explicaría la empatía que sentimos si estas neuronas actúan también ante las emociones que vemos expresar a otras personas. Por eso, concluimos que estas neuronas son las que gestionan nuestras emociones y nuestra empatía hacia los demás y de cierta manera hace que reproduzcamos de una manera sencilla las acciones de los otros a la vez que aprendemos a reproducirlas por nosotros mismos.
Es por esto que son cruciales para la cohesión grupal. Podemos afirmar entonces, que las neuronas espejo son una de las claves de nuestra vida social. Gestionar adecuadamente las mismas a través de habilidades sociales hará que nos relacionemos con los demás de manera saludable y positiva.
Si todavía tienes duda de su efecto, te propongo que observes el contagio que puedes llegar a producir a través de tus emociones o que observes cómo imitas y aprendes conductas de los demás. El resultado te aseguro que será muy interesante.
¡A por la nueva ciencia de cómo conectamos con los demás!